El ahorro, la eficiencia y la eficacia son los grandes atractivos de esta forma de producir energía

Conocidos los planes del Gobierno en materia energética, que marcan el 2050 como fecha límite para descarbonizar el país, las renovables se convierten ya en el presente y futuro. En este sentido, además de la eólica y la solar, la biomasa se ha convertido en los últimos tiempos en una fuente energética alternativa que crece año tras año. El ahorro, la eficiencia y la eficacia son sus grandes atractivos

En el territorio son muchos los ayuntamientos y comarcas que se han interesado por esta novedosa forma de producir energía. Además, el grupo leader del Bajo-Aragón Matarraña (Omezyma) ha sido la entidad que mayor interés ha mostrado por la biomasa de origen agroforestal.

Su trabajo les ha llevado a utilizar restos de caña e incluso hueso de oliva y astilla de oliveras como combustible. Ahora, el reto de futuro será conseguir que esta fuente energética pase a un uso industrial, a las plantas de generación eléctrica. “Más que por grandes centrales, nosotros apostamos más por una producción local. Primero los establecimientos públicos, el sector agroalimentario y en algún pueblo podría encajar alguna pequeña central para producir tanto energía como calor y hacer la distribución a las viviendas de la localidad”, explica Joaquín Lorenzo, gerente de Omezyma.

Y es que la biomasa es ya una alternativa viable a otras energías como la solar o la eólica. Tiene sus defectos, pero también sus fortalezas. Entre sus grandes beneficios destaca el aprovechamiento forestal del territorio, que también serviría para limpiar el monte y así evitar incendios forestales, y la capacidad para generar puestos de trabajo. “El empleo que crea la energía solar, y la eólica, es para montar y un mínimo de mantenimiento. En cambio, la biomasa genera un empleo continuo como la extracción de la materia prima del campo y del monte. Luego está la transformación, hay que almacenarlas en unas condiciones adecuadas. Son dinámicas totalmente diferentes”, comenta Lorenzo.

Por el momento, la biomasa ya ha penetrado con fuerza en un gran número de hogares con la calefacción de pellets y algunos ayuntamientos han apostado por la biomasa para ahorrar y ser más sostenibles. Un ejemplo es Calanda, que ahorra cerca del 40% en su factura con la instalación de diferentes calderas en edificios públicos. La biomasa está presente en el polideportivo, en la Casa de Cultura, en la residencia de mayores y pronto servirá para la climatización de la piscina. “Yo tengo bastante claro que los edificios municipales acabarán funcionando, en futuro no muy lejano, con biomasa. Conforme las calderas se vayan quedando obsoletas, se cambiarán por calderas de biomasa. Es cierto que tienen sus inconvenientes, pero a la larga sale rentable”, subraya José Ramón Ibáñez, alcalde de Calanda.

Fuente: La Comarca